viernes, 2 de noviembre de 2007

Ricardo Ayllón

Nació en Chimbote, Perú (1969), y estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. En 1997 fue premiado en los Juegos Florales Nacionales de Poesía organizados por la Municipalidad Provincial de Huarás. Tiene publicados los poemarios Almacén de Invierno (1996) y Des/nudos (1998). Su poesía ha sido publicada en revistas regionales y nacionales (Altamar, Alborada, Mar del Norte, Kordillera, La Tortuga Ecuestre y La Manzana Mordida) y en otras de cobertura internacional, como Francachela y Balandros de Chile. Ha sido seleccionado para las importantes muestras nacionales de poesía: «Veinte cadáveres exquisitos» (1997) y «Luz hecha a mano» (2001), con ocasión de la Feria Internacional del Libro de Lima. Con Antonio Sarmiento suscribió a principios del año 2000 el manifiesto “A los poetas que vendrán”, producto de su beligerancia por el infame elitismo cultural existente en el Perú. Su entrega más reciente es el libro de crónicas Monólogos para Leonardo (2001). Durante dos años (1996-1997) se hizo cargo de la página cultural del Diario La Industria de Chimbote, publicación con la que aún mantiene contacto permanente mediante artículos que envía periódicamente desde Lima, donde reside actualmente.

Sobre Su Poesía: (Extractos de una entrevista hecha por alumnos de la Universidad César Vallejo – filial Chimbote).

¿En qué te inspiras para escribir un libro? He seguido un camino que ha ido desde motivaciones amorosas hasta existenciales, pasando por las del terruño, la familia y las artes plásticas. Es oportuno decir, sin embargo, que la mayoría de poetas somos asaltados siempre por nuevos temas. Conforme más nos involucramos con el mundo y con la vida, surgen nuevas inquietudes. Actualmente, por ejemplo, pienso publicar un poemario que tiene mucho del mar, el insomnio y la muerte como temas.

¿Qué tiempo dedicas a la literatura al día? No es un tiempo que se pueda determinar con exactitud. Hay largos períodos (semanas o meses) en los que no escribo nada. Pero hay otras épocas en las que me asaltan los demonios y escribo sin parar, sin importar dónde esté (el trabajo, la casa, etc.) o tenga cosas pendientes que hacer.

¿Desde los cuántos años te dedicas a la poesía? Si con esta pregunta se quiere saber desde cuándo escribo, creo que lo hago desde los 15 ó 16 años, durante mis últimos años en el colegio y garabateaba algunos poemas de amor. Sin embargo, a mí me gusta registrar mi intromisión en la poesía desde que decidí escribir en serio y emprender los poemas de mi primer libro, Almacén de invierno, a los 25 años de edad.

¿Qué escritores han influido en tu poesía? Grandes vates del siglo XX, como Pablo Neruda, Octavio Paz, Rafael Alberti, Saint-John Perse, Giorgo Seferis, Salvatore Quasimodo, en fin…


¿Por qué recomendarías leer tus libros?
La verdad, no soy nadie para recomendar mis libros. Es más, por ratos me asalta la incredulidad cuando pienso en las virtudes que algunos lectores encuentran en ellos. Soy de los escritores que cree que aún no ha escrito su mejor libro, y cuando lo haga, seré el primero en recomendarlo.

POEMAS:

S/T

La poesía acabó con nosotros,
hombres de un país sin
más misterio que el silencio.
Las palabras se llenaron de
agujeros y reemplazaron
los nombres de la
soledad con bostezos
y ventanas destrozadas.

Dijimos tacto y la piel
se echó a reír a pedacitos bajo
la música tenue del vacío.
Nombramos a la aurora
y las cumbres cedieron ante
el pobre horizonte de la duda.

Dime, fantasma del silencio
que viajas como un jinete solitario,
¿cómo es que unos ojos dislocan
la fiebre de escribir por la mañana?,
¿dónde está la voz
que animaba cual un estallido
el amor de lo imposible?

¿Aún era probable la vida con
tanto adjetivo retrasado?
Pienso en el valle ajeno en el que
se extravían los poetas de mi patria.
Uno de ellos, postrado al pie del
acantilado de la muerte;
y otro, derrotado por falta
de muerte en la vida prematura
de su canto.

A mí ya no me asalta la
palabra por las noches,
la lluvia no corroe como antes
la desolación de mi vihuela.
He aquí el invierno,
redondo en la mano abierta de la espera.

Porque levantamos el
bosque de los lirios
y nos quedamos
con una estaca en la garganta,
emprendimos el camino de la siega
y la lengua se espinó con el
idioma de su sangre.

¿Quién nos dice ahora
para qué un paisaje de
alabastro si no es posible
cincelar el amor en el follaje?

Tengo treinta y siete años
y la risa de una hiena
organiza mis canciones.

(Inédito)


Fase

(Prolongación de un poema de Octavio Paz)

En los vericuetos del camino de Galta aparece y desaparece el Mono Gramático: el monograma del Simio perdido entre sus símiles. Una escritura aparejada por su representación espiritual, prefigurada en la antigua imaginación de la humanidad: la fe en el signo alcanzado por el viento de una especie eslabonada en otra. Así asoma dibujado, desde el principio, el registro del asombro: el cuerpo animal acudiendo a la silenciosa voz de su figura progresiva. Y todo esgrimido por el único sonido posible del tiempo formativo, la Analogía. Y el grito instintivo del simio en la jungla anónima de Galta, y la sensación universal de identidad, y los ojos desconfiando del esplendor, de la arboleda. Pero he aquí el mundo prometido por la mano transformada, el trabajo del tiempo en movimiento. Y el mono principiante sobre un nuevo territorio asoma en cercano charco, representándose infinitamente.

(Inédito)

1 comentario:

Frank dijo...

Muy buena su obra de monólogos para leonardo (Y)