viernes, 31 de agosto de 2007

Elio Vélez Marquina


(Perú, 1979) Cursó estudios de Literatura Hispánica de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Ha sido galardonado en diversos certámenes como el Concurso Binacional de Poesía Argentina-Perú y el Primer Premio Bienal de Cuento y Poesía de la PUCP. Es colaborador del Centro de Estudios Orientales de la PUCP, miembro de las revistas de literatura Ajos y Zafiros y LOS NOVELES, y asiduo concurrente del taller de poesía dirigido por Marco Martos e Hildebrando Pérez. Su obra, aún inédita, abarca por el momento Sansón ebanista, Hacia Claudia, Inventando Santiago y En el bosque, de próxima publicación.


POEMAS:

Mediodía

siendo topo supe del hambre
y de los afeites que el bosque
en sus pliegues reboza.

-mas aferro mi bulto al túnel
porque el Sol clava soledades
a mi primera sombra-

soy de la obscura retahíla
que bajo tu carro silencia,
plaga, cosecha, jarba
aquellas letanías
sobre tu luz y nuestra voz.

De En el bosque

I

Y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Francisco de Quevedo

azul es toda sombra desde el eclipse de tus palabras,
penetrando esta pulpa de agonía que fuga del templo.
¿quién tu madre en el bosque para invocar el terrible fuego
del hartazgo con que trasquilas el vellón de tus abismos?
¿dónde, sobre las huellas de tus penates descoloridos,
imitarás la danza del incienso, sus rumores llenos
(o más rellenos) de una crema que promete largo sueño?

el sol; dónde celeste y dónde abertura, dónde tus labios
sin pronunciar la obscuridad mediana de aquellas fronteras.
así tu reflejo en amapola: siete esquirlas rasgando
el cuero desgastado de tu templanza, tu tierno afán.
desde entonces ya en tu sangre el insomnio cortejando tantas
glándulas como deseos, como raíces y los miedos
que escupiendo al cielo proferiste seguro del eclipse
tan pariente de los buitres. azul es toda sombra terca
para la sed de brasa, de piedra dilatada en la pepa,
para tu silencio plantígrado que llama la plegaria.

Extracto de Sansón Ebanista

XVII

yo disfruto con aromas nuevos la flor de tu partida,
sabiendo que flores rojas nunca crecerán sus raíces
en el reflejo de tu adiós. soledad tus lentas caricias
que se apagan en la nieve nunca iluminada del cedro.
y tu sueño, Sansón, qué de pesos sus cristales opacos,
incubando en nuestra querella el tumor de la paz que siembra
roble caoba pino acaso arena para tus orillas
de mar que tarda en el ardor musitante de los finales.
poco nos dices en tus cartas sin fecha: diciembre del
uno, queridos, ya no vengan a sufrir mi noche porque
duermo y duermo sobre mar y los pienso y los vivo en la quieta
mañana... soy ustedes este mes y en este claustro denso,
soy ya pupila y voz. nos dices que hay frutos de blanca pulpa,
y que las aves son excusas dispersas que te conmueven,
dices algo sobre senderos que son reencuentros, Sansón,
tu aliento como bosque y despedida; nuestras siete rosas
en diez gotas que resbalan de la mejilla en las tinieblas.

Extracto de Sansón ebanista
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3 de diciembre

¿inicia tu silencio la sonrisa
o es la arena quien silba los presagios
de una voz que en tu cuerpo permanece
cristalina, sin fuego mas con aire?

cómo saber tu peso; si es de espuma
o de granizo. cómo cogerte ahora
que de lluvia pareces por los ecos
claros. cómo llamarte Claudia siempre,
con una piel precisa que contenga
los sublimes vapores interiores,
silentes, ya centrales y celestes
que de tu nombre son acaso sombras.

cómo decir con letras tus cabellos.
cómo tu voz, tan cerca de mis labios.


Extracto de Hacia Claudia

I

¿ignora la perdiz si pesa el polvo
aún más que su silencio sobre el rastro?
ella sabe que el Sol bañará toda
su carne... y su sombra sabe ya
de los colmillos gruesos, impacientes
que el perdiguero muestra tras la zarza.

su sangre bañará la tierra roja,
endulzará la lengua del verdugo,
tibiamente dará salud al niño
que reposa su sangre entre frazadas.

hay cantos y ël humo sí transporta
el sudor de otras carnes para fiesta.
sano, ël niño ríe y reposa,
y luego reconoce a un perdiguero
que lo aterra, que indica otra muerte
y que el niño acepta como suya.

De Inventando Santiago

anguis in herba

cómo el veneno espeso entre las hierbas…
colmillos afilados que florecen,
rompen el tegumento con fiereza,
----------rojizo néctar.

escogiendo las partes más pulposas
que sabes vulnerables a tu ataque;
aguardas invisible y con perfidia,
----------virus magenta.

se filtra con violencia, letal suero,
atentando la paz de quien dormía;
soñaba con ignotas lejanías,
----------mortal veneno.

eres el beso cínico y seduces.
perturbas con dulzura, invocando
figuras improbables, voces débiles:
----------icor de cieno.

dulce ponzoña carcome las venas,
hace suya la ofrenda, incuba muerte,
cubre su sombra pálida los restos,

----------miel del infierno.

(Poema inédito)

hozar

Et in Arcadia Ego.
…con la muerte al lado
y en manos de ausencia…
Luis de Góngora y Argote

¡pero ríen del lechoncito!
del mal aliento en que sumerge
su tez marrana en la nostalgia,
de su pelaje que recibe
dulces del fango y de la muerte

la carcajada ciega traga
pasteles de miel y Tú niegas
toda gordura de rapiña;
pero si ríen de la espera
que tanto anhelas de la trufa,
señala al menos una mosca,
escarba su Jauja de espinas.

corazón

enclavada en osario menos noble
debe latir la víscera primera,
vallada en púas

así está la serpiente entre la hierba
diciendo de la pepa sus colores
sin conocerla…

o en plena gesta,
bajo la nieve sucia que se deja
sin forma por el ritmo de los fuegos
Musculares de aquella flor nonata.

…para comer su nombre y ser la flor,
ser la víscera azul del primer bosque,
dejemos nuestra caza y el instinto
hibernando en la sangre de los mitos,
en la música… -----fría de las horas

débito

su guarida será este sauce
y el sauce calla sus heridas.

juntan a deshora sus plumas
sobre este hielo y las cenizas,
para suavizar ya la muerte
de rápidos huevos teñidos
con tierna sangre de himeneo.

el ramaje acepta la ofrenda
y la hojarasca, conmovida

De En el bosque

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