
Manifiesto:
Por lo tanto:
No dejaremos de celebrar los simples días que vienen y se van, ni de ceder los asientos en los micros, en los cines, en los teatros y en cualquier lugar dónde no haya asientos suficientes; no dejaremos de bañarnos todos los días, bien temprano a las cinco o a las seis de la mañana; no renunciaremos a usar agua caliente cada vez que podamos; ni al aire acondicionado, al pan con mantequilla, a la leche fresca, en tarro o en polvo; no nos haremos agujeros en la oreja, en el ombligo, en la nariz, en la lengua, en los genitales, ni nos pondremos aretes en esos agujeros; no nos vestiremos de negro; no dejaremos de ir al peluquero para que nos haga pelucas de hombre; lo que significa, que no nos haremos peinados a lo Claudio Pizarro; no dejaremos de saludar a los ancianos, a los niños, a nuestros padres, a nuestros abuelitos, en fin, a todo aquel que deba ser saludado de acuerdo a la moral y las buenas costumbres; no dejaremos de ir a
Inconveniencias y Resultados de la Fortuita Disposición de Cierto Título de Propiedad
la casa donde yo crecí
no era mía
sus patios tal vez
los ensucié yo
con mis ciudades
y mis abrazos
y probablemente
sus mesas me hablaban
por las tardes
cuando la abuela tocaba
el violín
y la ventana estaba abierta
y verde contra el sol
pero aun así
no era mía y
no podía yo decir
conjuros ni vocales simples después
de las seis
cuando la madre se sentaba
a comer y se apagaban
todas las fogatas
ni tampoco podía yo
hablar en el idioma
de las gentes de bien
que saludan y besan
y luego duermen
solamente
alguna vez escuché decir
que los hombres somos como
valles surcados por las aguas mansas
de un río transparente
sin memoria
y sin remordimiento
sin embargo
yo recuerdo por ejemplo que
los lunes sacudíamos los escombros
de los campos
que los martes secábamos al sol
nuestras palabras
y que en fin la semana toda
la consagrábamos al culto
de árboles tan viejos
como la sombra misma
de los suelos
y es así que recuerdo la luna
fatal asomando sus garras
monstruosas
lacerando las cortinas
con enjambres innumerables
de criaturas
de ceniza
recuerdo los sábados
cuando lloraba mi hermano
por nada o por todo
y las puertas pintadas de manos
urgentes
y de ruidos
como olas de mar castigando las rocas
y como miles de pasos aplastando
la tarde
y la tarde entonces
era como un espejo de vidrio
que se quebraba cientos de veces
con el viento
y el viento era un grito
simple como una corriente de agua
o como una mentira
blanca
dicha por un niño
los viernes yo me alegraba
de estar hecho de aire
y de perderme en el laberinto
enorme
de las patas de una mesa
sin embargo
la casa no era mía
ni míos sus recuerdos
fue necesario
entonces
que los seres que la poblaban
y todas las huellas
que sembré en sus paredes
en sus altares y tejados
se deshicieran
- por el efecto simple de la yerba -
como si fueran un pequeño
cascarón de huesos
habitados por el polvo
y el invierno
ciertamente
no en vano
pasa el tiempo
la casa donde crecí
ya no me conoce
ahora su nombre sencillamente
es otro
y yo
hace ya muchos árboles
que me he ido
lejos
para siempre.
DE: “Letras Exactas”
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